Filantropía: amor hacia el género humano.
Misantropía: aversión hacia el género humano.
Había una niña mirando al suelo, temblando de frío. Me acerqué a ella y levantó la mirada. Tenía los ojos más tristes que jamás haya visto.
- ¿Qué te pasa, niña?¿Tienes frío? - le pregunté.
Ella suspiró. Suspiró, como suspiraría alguien que tuviera 150 años y sacara el cansancio de toda una vida en una sola exhalación.
- No quiero ser constructora de paredes - respondió en un susurro.
- ¿Y qué tiene de malo construir paredes?
La niña miró a través de mi y empezó a llorar. Entre lágrimas me dijo que construir paredes era lo peor del mundo. Le sonreí y le dije que no estuviera triste, que no tenía porqué ser una constructora de paredes. La niña pensó durante un rato, sin dejar de llorar, negó con la cabeza y entonces me lo contó:
- No, TENGO que construir una pared. Tengo que construirla porqué así pondré algo entre el mundo y yo, porqué con esa pared conseguiré que me duelan menos las heridas. Tengo que construir esa pared porqué tengo que endurecerme, porqué ya me han herido muchas veces, porqué con ella será más difícil que alguien me hiera.
- Pues entonces, constrúyela. - le dije - Construye una pared que te proteja del mundo.
- No, no lo has entendido. - repuso - Tengo que hacerlo pero no quiero. No quiero porqué las paredes no sólo protegen, sino que además no dejan que entre ni salga la luz. Me separan de lo malo pero también me separan de lo bueno.
- Ajá, entiendo. Si construyes esa pared te vas a hacer más dura y eso hará que sientas menos el dolor, pero al mismo tiempo sentirás y darás menos ternura... Pero lo importante es que sufrirás menos.
La niña asintió entre lágrimas. Seguía temblando y me pareció que se hacía más pequeña. Al fin rompió el silencio:
- Pero no es justo. Ni para mí ni para nadie. No es justo porqué si construyo una pared no dejaré que se acerque nadie más... No es justo porqué no les daré una oportunidad.
- Ya, es cierto, no es justo. Pero tampoco les darás la oportunidad de que te hieran... Y además es muy poca la gente que merezca la pena conocer.
La niña encogió mucho más. Sonrió y con toda su dulzura me contestó:
Misantropía: aversión hacia el género humano.
Había una niña mirando al suelo, temblando de frío. Me acerqué a ella y levantó la mirada. Tenía los ojos más tristes que jamás haya visto.
- ¿Qué te pasa, niña?¿Tienes frío? - le pregunté.
Ella suspiró. Suspiró, como suspiraría alguien que tuviera 150 años y sacara el cansancio de toda una vida en una sola exhalación.
- No quiero ser constructora de paredes - respondió en un susurro.
- ¿Y qué tiene de malo construir paredes?
La niña miró a través de mi y empezó a llorar. Entre lágrimas me dijo que construir paredes era lo peor del mundo. Le sonreí y le dije que no estuviera triste, que no tenía porqué ser una constructora de paredes. La niña pensó durante un rato, sin dejar de llorar, negó con la cabeza y entonces me lo contó:
- No, TENGO que construir una pared. Tengo que construirla porqué así pondré algo entre el mundo y yo, porqué con esa pared conseguiré que me duelan menos las heridas. Tengo que construir esa pared porqué tengo que endurecerme, porqué ya me han herido muchas veces, porqué con ella será más difícil que alguien me hiera.
- Pues entonces, constrúyela. - le dije - Construye una pared que te proteja del mundo.
- No, no lo has entendido. - repuso - Tengo que hacerlo pero no quiero. No quiero porqué las paredes no sólo protegen, sino que además no dejan que entre ni salga la luz. Me separan de lo malo pero también me separan de lo bueno.
- Ajá, entiendo. Si construyes esa pared te vas a hacer más dura y eso hará que sientas menos el dolor, pero al mismo tiempo sentirás y darás menos ternura... Pero lo importante es que sufrirás menos.
La niña asintió entre lágrimas. Seguía temblando y me pareció que se hacía más pequeña. Al fin rompió el silencio:
- Pero no es justo. Ni para mí ni para nadie. No es justo porqué si construyo una pared no dejaré que se acerque nadie más... No es justo porqué no les daré una oportunidad.
- Ya, es cierto, no es justo. Pero tampoco les darás la oportunidad de que te hieran... Y además es muy poca la gente que merezca la pena conocer.
La niña encogió mucho más. Sonrió y con toda su dulzura me contestó:
- Tengo que construir una pared. Tengo que hacerlo para ser más dura y más fuerte. Tengo que hacerlo porqué así serán muy pocas las personas que me puedan herir. No quiero pero tengo que hacerlo. - al fin dejó de llorar y de temblar - Tengo que hacerlo aunque eso me destruya.
Empecé a sentir su frío, un frío glacial. Sentí una lágrima deslizándose por mi mejilla. Me secó esa lágrima con mucha ternura y se despidió.
- ¿Quién eres? - Le grité mientras se alejaba.
- Soy tu alma
Y allí me quedé, con su sonrisa de despedida, sintiendo su frío y su tristeza, preguntándome cuando había dejado de creer en lo maravilloso de las personas.
Precioso, me ha encantado.
ResponderEliminar:D Muchíssimas gracias!!
ResponderEliminarUn petó
Es magnifico! me encanto... voy a seguir leyendo
ResponderEliminarMe alegra muchísimo que te haya gustado. Besos!
ResponderEliminar